El destino habla, a veces susurra, e incluso grita, pero en cualquier caso dicta, e incluso condena. Es la voz que oímos, queramos o no, y no acepta apelación alguna. Pero podemos tratar de escuchar además de oír, y entonces es cuando se puede encontrar la sabiduría del destino. Nos conduce a veces por caminos inesperados, a veces sorprendentes, a veces misteriosos. Y en estas ocasiones es cuando tenemos que saber ver en la sabiduría del destino las oportunidades que nos ofrece para hacer nuevos planes, más realistas, más ingeniosos, más satisfactorios, más agradables, más atractivos. Oportunidades con mayúsculas, nuevos caminos por recorrer, por descubrir.

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